Sobre un sueño llamado Donnie Darko (teoría)

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El año pasado me trajo como primera película a Donnie Darko (Richard Kelly, 2001), que –ambientada en 1988– narra la historia de Donald Darko, un adolescente con alteraciones mentales que logra evitar milagrosamente la muerte gracias a lo que él considera la salvación de Frank, una figura disfrazada de conejo que le revela que el mundo se acabará en 28 días, 6 horas, 42 minutos y 12 segundos. Es desde ahí que la visión a este ser se repite en otras circunstancias a la par que la vida del protagonista sigue transcurriendo entre clases escolares y sesiones de psicoterapia. Su historia se vuelve tensa cuando empieza a cumplir las tareas que le ordena Frank, a quien siente el deber de obedecer.

Llegar con un retraso de casi 20 años desde su estreno implica, naturalmente, llegar cuando probablemente ya se ha dicho todo: Desde la explicación sobre multiversos de su creador hasta la teoría que propone entender la película como la alucinación de un esquizofrénico. También hay quienes –por ejemplo– ven a Frank como un espectro que, condenado a repetir infinitamente su historia, sigue encerrado en un bucle (incluso en este momento seguiría viajando).  Algunos se refieren al protagonista como un héroe, otros lo emparentan con Jesucristo elevándolo a la categoría de mesías que predica el fin del mundo. También están quienes ven a Donnie simplemente como un patita que lo alucinó todo luego de meterse un «hit».

A estas alturas es sabido por todos que la historia de Donnie Darko oficialmente es un memorable viaje en el tiempo. No obstante, la lectura de algo sobre la obra de Freud y ver la cinta por cuarta vez me han hecho encontrar ciertos elementos que me hacen creer que también es razonable entender la historia como un sueño del protagonista, interpretación que nada tiene que ver con la versión del director (2004) que, con 20 minutos de más, explica la historia –de manera un tanto artificiosa– valiéndose del libro ficticio La filosofía de viajar por el tiempo del personaje Roberta Sparrow, determinante para encontrarle sentido a toda la experiencia casi onírica que atraviesa Donnie. La explicación oficial dice que Darko generó accidentalmente un universo tangente que colapsará en 28 días junto al universo real y que solo el protagonista tiene el poder de evitarlo. Sin embargo, no concierne al presente texto detenerse en la ya consagrada explicación de la película. Podemos conocer al respecto, y de manera detallada, en el abundante material que existe en la web al respecto.

Primeramente, habría que resaltar el eco que Sigmund Freud –padre del psiconálisis–tiene en la película, basta con mencionar las sesiones hipnóticas, propias del quehacer freudiano, a las que es sometido el protagonista. Dicho sea de paso, es curioso que las escenas del tratamiento de Donnie ocupen buen tiempo en pantalla, tal parece que para su creador y guionista –a la vez director– es también importante mostrar la lucha contra la enfermedad mental desde el tratamiento médico, quizá como un modo de sensibilizarnos sobre el lugar de los enfermos mentales en nuestra sociedad.

Por mi parte, sin creer estar buscándole cinco pies al conejo gato, manifiesto que con el presente texto no pretendo más que contrastar la teoría freudiana acerca de los sueños con la película.

 

El despertar inicial

El primer acontecimiento de la película es el que más favorece la idea de entender la historia como un sueño del protagonista. Tenemos a Donnie echado sobre la carretera que cruza las montañas de la Carpathian Ridge –a unos cuantos kilómetros de su suburbio Middlesex– en medio de un sueño profundo del que despierta desconcertado para tener como primera imagen del día el generoso panorama que se le ofrece desde aquella altura. Aquí resulta particularmente reveladora la sonrisa que sucede a su desconcierto, acaso propia de quien entiende que todo ha sido un sueño. Es curioso también que dicho lugar sea aparentemente el mismo donde el protagonista llegaría finalmente a aceptar su muerte.

Dados estos detalles, podríamos establecer una relación entre ambos hechos: El panorama de las montañas es lo último que Donnie ve antes de dormir, por eso estas toman un papel simbólico y, acaso agravado por su imponencia, también trascendente en el supuesto sueño.

Esta relación, para Freud, no sería gratuita.  Según su teoría, las experiencias vividas durante la vigilia –generalmente ese mismo día o recientemente– constituyen el residuo diurno, y la mezcla de este con las representaciones del inconsciente es la que origina el jeroglífico llamado sueño. Siendo así, podríamos considerar a aquellas majestuosas montañas como el residuo diurno que configuraría el supuesto gran sueño de Donnie, donde esta geografía sería el escenario de su momento más crucial: La aceptación de su muerte.

 

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El absurdo

 

Donnie Darko nos presenta una serie de hechos y escenarios que resultan ilógicos y que pueden hacer plantearnos ciertas preguntas:

En el acontecimiento inicial… ¿Cómo se explica que Donnie haya quedado dormido en medio de una carretera?

En el retorno a casa de Donnie la mañana siguiente a la caída de la turbina en su habitación… ¿Cómo es posible que su familia no se haya preocupado en buscarlo y sea solo su hermana la que apenas atine a indicar su presencia sin mayor asombro?

En el escenario de la discusión sobre Los pitufos, que es el mismo donde Donnie le muestra el libro de Roberta Sparrow a Gretchen… ¿Cómo se explica esta especie de sala con muebles en medio del campo?

En la sola aparición de Frank ante Donnie se da lo que considero el gran absurdo de la trama, pues luego sabemos que aquel ser ha viajado al pasado para que se cumpla su plan maestro, pero curiosamente lo ha hecho desde un futuro donde todo su plan aparentemente ya se ha llevado a cabo. De lo contrario… ¿Cómo se explicaría que se le presente a Donnie con el impacto de bala que en el futuro recibirá por la muerte de Gretchen, siendo precisamente este el hecho con el que culmina la cadena de eventos de su plan?

No cabe duda que los hechos absurdos crean una atmósfera onírica porque así es como los hechos se manifiestan en los sueños, con apariencia extraña e incomprensible, lo cual se debe a un proceso que Freud denominó deformación onírica:

Todos hemos experimentado sueños en los que el tiempo, el espacio y las personas cambian de un modo absurdo. Los acontecimientos soñados, en apariencia sin sentido, están determinados en realidad por la censura, que impide que los deseos se manifiesten de una manera demasiado evidente que afronte contra los valores individuales o la moral común. En tales circunstancias, los deseos se expresan de forma alegórica, en un intento de «engañar» a la censura, que no puede vetarla, y pueden ser satisfechos. (Giardini et al., 2017, p. 55)

 

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Frank: Dos personajes por el precio de uno

 

Freud, en su teoría de interpretación de los sueños, establece ciertos mecanismos de defensa de los sueños que constituyen un conjunto de funciones de los que se vale la censura para camuflar el contenido verdadero del sueño. Uno de estos es el denominado mecanismo de condensación:

Freud, al comparar los sueños narrados con sus interpretaciones, se dio cuenta de que el sueño era breve y condensado, una suerte de resumen si se tiene en cuenta el número y la complejidad de los pensamientos que oculta. Ciertos elementos se concentran en una única imagen que, durante la vigilia, se convierte en omnipresente y no podemos «eliminar». Es más: no es raro encontrarse con que un tema, un acontecimiento o un personaje aparecidos en el sueño encierran –o «comprimen»– varios temas, acontecimientos o personajes. Por ejemplo, imaginemos que, en un sueño, se nos presente A vestido como B, comportándose como C y viviendo en casa de D. En tal caso, en el contenido manifiesto, una persona se correspondería con otras tres que se hallan en el contenido latente. En casi todos los sueños aparecen elementos inconscientes que buscan similitudes y puntos de contacto para condensarse en uno solo. (Giardini et al., 2017, p. 56)

En Donnie Darko, si bien la presencia de Frank anunciando el fin del mundo en 28 días, 6 horas, 42 minutos y 12 segundos es una clara referencia al Conejo Blanco de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas (Lewis Carroll, 1864) dada la alusión al tiempo que manifiestan ambos personajes, habría que considerar la perspicaz observación de Hernández Riwes (2012) al enunciar que “la sonrisa en el rostro del conejo lo convierte, al mismo tiempo, un eco del gato de Chesshire, pues comparte lo elusivo, lo críptico y lo sarcástico en los mensajes que le da Donnie.” (p. 101). Siendo así, serían dos los personajes del relato de Lewis Carroll presentes en el personaje que ve Darko: Un conejo que da noticias sobre el tiempo al igual que el Conejo Blanco y que muestra la sonrisa del Gato de Cheshire.

Por lo expuesto, Frank es un personaje que fácilmente puede corresponder a un sueño. Sin embargo, dado que no sabemos si el protagonista ha leído o visto en la vigilia algo de dicho relato, no podemos afirmar que este constituya un residuo diurno, en consecuencia, solo podemos asegurar que Frank cumple las características que propone Freud de los personajes soñados con el mecanismo de condensación, mas no tomar esto como una prueba del supuesto sueño.

Análogamente, cabe indicar que el escenario del campo con elementos propios de una sala, mencionado en el apartado anterior, puede también deber su extraña composición a la condensación.

 

 

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La satisfacción de un deseo profundo

 

El deseo sexual tiene importancia capital en el testimonio de Donnie, el cual es finalmente satisfecho con la primea experiencia sexual del protagonista, pero esta –dicho sea de paso– es pobremente narrada pese a su importancia.

Desde la primera sesión hipnótica a la que es sometido Darko, sabemos que tiene pensamientos eróticos todo el tiempo, lo cual es natural por su edad, pero conocemos el grado de conciencia que ha desarrollado –seguramente a partir de la carencia– sobre el sexo en la escena donde uno de sus amigos comenta acerca de la supuesta vida sexual de Los pitufos, afirmación que incomoda a Donnie haciéndolo irrumpir en la conversación para afirmar que estos seres son asexuados y añadiendo con comprensible congoja que “eso es lo que es tan ilógico sobre ser pitufo. Qué sentido tiene vivir si no tienes sexo” (00:35:30).

No cabe duda de que el encuentro sexual es un deseo profundo en Donnie, y logra finalmente satisfacerlo con quien entabla una relación afectiva: Gretchen.

Ahora bien, Donnie mantiene relaciones sexuales en el llamado universo tangente, es decir, cumple un deseo profundo en este universo. Y es la satisfacción de algún deseo el motivo por el que soñamos, según Freud, quien además considera al sueño como “el guardián del reposo” que “nos protege de estímulos internos y externos que podrían perturbarnos y atiende, aunque de manera enmascarada, a deseos que, de no cumplirse, nos sumirían en un estado de agitación tal que alterarían nuestro descanso.” (Giardini et al., 2017, p. 54).

Asimismo, atendiendo al tipo de deseo que satisface Donnie, podemos circunscribir toda su experiencia en la definición que tenemos –siempre en la línea de Freud– del sueño, entendido como “un jeroglífico que oculta una representación del inconsciente que expresa deseos, sobre todo de naturaleza sexual” (Giardini et al., 2017, p. 50).

 

 

El divorcio entre significado y emoción

 

Respecto a lo tratado en el punto anterior, es extraño que el encuentro sexual entre Donnie y Gretchen, a pesar de su significado, tenga un tratamiento insípido dentro de la película, siendo tomado apenas de manera tangencial cuando se trata del momento en que la vida de Donnie, desde su perspectiva, cobra sentido.

Esto me hizo pensar en uno de los mecanismos de defensa de los sueños establecidos por Freud, esta vez del que denominó como mecanismo de desplazamiento:

En algunos sueños, se atribuye un papel insignificante a algo importante y, por el contrario, se da mayor relevancia a algo secundario en el mundo real. Este mecanismo permite, una vez más, eludir la censura transfiriendo el significado emocional de ciertos elementos a otros. (…) La censura lo habrá camuflado todo y podremos continuar durmiendo, soñando y satisfaciendo nuestros deseos. Lo significativo se vuelve marginal y lo nimio pasa a un primer plano. (Giardini et al., 2017, p. 56)

 

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Llegado este punto, siento reafirmarse que Donnie Darko es mucho más compleja e interesante de lo que parece. Confieso que hasta hace no mucho consideraba que el único desacierto de la película era tener que recurrir a extensiones como libros o declaraciones de su creador para que el espectador pueda encontrarle sentido. Luego supe que posteriormente se publicó también la versión del director (la que lamentablemente no he logrado conseguir) que, a modo de explicación, resulta suficiente para entender la cinta. De todos modos, llegué a sentir que Richard Kelly, con su intervención, había castrado la imaginación de su público, incluso de quienes llegamos con un leve retraso de casi 20 años.

Sin embargo, no tardé en entender que su explicación no excluye las diversas interpretaciones que puede tener la película desde la perspectiva con la que la analicemos. No debería sorprendernos, entonces, la multiplicidad de teorías de toda índole que hoy tenemos sobre ella. Creo que ese es el principal encanto de Donnie Darko: Darnos la posibilidad de entenderla de la manera en que mejor se amolde nuestro pensamiento y sensibilidad. Y esto es lo que me hace considerarla superior, por ejemplo, que la respetable El efecto mariposa (Eric Bress, 2004) -perdón, Kutcherlovers-, sobre la que sin duda ha gravitado el imponente film de Kelly.

Por todo ello, hoy tomo como un acierto que exista la casi oculta versión del director, pues tenemos a esta para un público que busca respuestas rápidas, pero aun así la historia es tan exquisita que le ha permitido y seguirá permitiendo a otro público tomarla como un ejercicio del pensamiento y la imaginación (quién sabe si fue ideada de esa forma). Han pasado casi 20 años desde su estreno y siento que Donnie Darko aún guarda en su misterio la posibilidad de encontrarle nuevos significados e interpretaciones. Habrá pues que seguir sorprendiéndonos.

 

 


 

Bibliografía

Giardini, A., Baiardini, I., Cacciola, B., Maffoni, M., Ranzini, L. y Sicuro F. (2017). Sigmund Freud. El fundador del psicoanálisis. Barcelona, España: Editorial Salvat, S.L.

Hernández Riwes, J. (2012). 28 días, 6 horas, 42 minutos y 12 segundos. El héroe gótico suburbano en Donnie Darko. Fuentes Humanísticas, 25(46), 97-108. http://zaloamati.azc.uam.mx/handle/11191/2086

 

Filmografía

Kelly, R. Donnie Darko. Newmarket en asociación con Pandora, 2001.

 

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